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Para conocer los lugares a través de la historia

character Estos bienes, “Sitios Cristianos Ocultos en la Región de Nagasaki”, representan un testimonio sobresaliente de la historia de la gente y sus comunidades que transmitieron secretamente su fe en el cristianismo durante la época de la prohibición, que abarcó más de dos siglos en Japón. Aquí presentamos el trasfondo histórico desde el comienzo de la ausencia de misioneros y el “ocultamiento” de cristianos, pasando por los esfuerzos de los cristianos restantes por continuar con su fe y sus comunidades, hasta el final del “ocultamiento” provocado por el contacto con los misioneros.
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(Ⅰ)Comienzo de la ausencia de misioneros y del “ocultamiento” de cristianos

El Catolicismo fue introducido por primera vez en Japón por un sacerdote jesuita, Francisco Xavier, en 1549. Se extendió por todo el país gracias a las actividades evangelizadoras de los jesuitas que llegaron a Japón después de Xavier, y también debido a la protección de los señores feudales bautizados (Kirishitan Daimyo) que buscaban beneficiarse del comercio exterior. Sin embargo, la prohibición del Cristianismo, que había comenzado con un edicto emitido por Toyotomi Hideyoshi por el que se expulsaba a los misioneros, se endureció bajo el Shogunato de Tokugawa, mediante el cual se destruyeron todas las iglesias y se ordenó a todos los misioneros que abandonaran Japón. En 1637, durante la prohibición del Cristianismo en todo el país, los restantes católicos se levantaron en armas contra la tiranía de su señor local y fueron asediados en el Castillo de Hara. El Shogunato se conmovió con esta Rebelión de Shimabara-Amakusa y adoptó su política nacional de aislamiento (conocida como Sakoku) para prohibir la llegada de barcos portugueses que pudieran ser utilizados para introducir misioneros a Japón. Después de que el último misionero en Japón hubiera sido martirizado en 1644, los católicos japoneses que quedaban sólo podían mantener su fe y sus comunidades en secreto. A estos creyentes fueron conocidos como “Cristianos Ocultos”. Muchas de estas comunidades se desintegraron en rápida sucesión en la segunda mitad del siglo XVII como consecuencia de una serie de represiones a gran escala contra los restantes católicos, obligándolos a renunciar a su fe religiosa o a ser martirizados.

(Ⅱ)Esfuerzos de los Cristianos Ocultos por continuar su fe religiosa

Las comunidades de Cristianos Ocultos desaparecieron en Japón, excepto en la región de Nagasaki, donde las actividades misioneras católicas se habían llevado a cabo de manera más extensa que en cualquier otra parte de Japón durante la fase inicial de la introducción del Catolicismo. Esta región proporcionó los cimientos para el mantenimiento de la fe secreta incluso en el siglo XVIII y con posterioridad. En esta región, los Cristianos Ocultos trataron de encontrar maneras de practicar su secreta fe. Sus propios objetos proporcionaron un foco para la realización del culto religioso: por ejemplo, una montaña y una isla en la aldea y Lugares Sagrados en Hirado (aldea de Kasuga y monte de Yasumandake, isla de Nakaenoshima), objetos cotidianos que se usaban en su vida y en su trabajo en la aldea de Sakitsu en Amakusa, imágenes sagradas en la aldea Shitsu en Sotome, y santuarios sintoístas en la aldea Ono en Sotome.

(Ⅲ)Esfuerzos de los Cristianos Ocultos por mantener sus comunidades religiosas

Para hacer frente al aumento de la población de Sotome, algunos de los aldeanos comenzaron a emigrar a las islas de Goto y a otras zonas a finales del siglo XVIII. Muchos de los migrantes fueron Cristianos Ocultos, y decidieron dónde establecerse, considerando cómo podrían mantener sus comunidades religiosas y vivir junto a las comunidades preexistentes y sus religiones. Estos destinos incluían tierras abandonadas del señorío de las aldeas de la isla de Kuroshima que necesitaban un nuevo desarrollo, un lugar considerado sagrado por los practicantes sintoístas en los restos de las aldeas de la isla de Nozaki, y un lugar en las aldeas de la isla de Kashiragashima que se había utilizado para enfermos, y tierras vírgenes en las aldeas de la isla de Hisaka. Los sitios específicos e instrumentos dedicados a la devoción proporcionaron una guía para la fe los Cristianos Ocultos, y la migración de éstos contribuyó a la continuación de sus creencias religiosas durante dos siglos.

(Ⅳ)La fase de transición surgió como consecuencia de contactos con los misioneros, que lleva al fin del “ocultamiento” de los Cristianos Ocultos.

Tras la apertura de Japón al comercio exterior en 1854, los misioneros católicos regresaron a Nagasaki y construyeron la “Catedral de Oura” para los occidentales dentro del Asentamiento Extranjero de Nagasaki. En 1865, un grupo de cristianos ocultos de Urakami llegaron a la catedral y reveló a los misioneros que habían estado practicando el Cristianismo en secreto. Este suceso se conoció como el “Descubrimiento de los Cristianos Ocultos”, tras el cual muchas comunidades de Cristianos Ocultos proclamaron su fe a pesar de que la prohibición del Cristianismo aún estaba en vigor. Las autoridades reforzaron una vez más la represión de los cristianos, dando lugar a la última oleada de persecuciones. En 1873, sin embargo, por la influencia de países occidentales que presentaron fuertes protestas al gobierno Meiji, la prohibición del Cristianismo fue finalmente levantada en Japón. Consecuentemente, los Cristianos Ocultos se dividieron en tres grupos: (1) aquellos que reaceptaron el Catolicismo bajo la guía de los misioneros y se reincorporaron a la Iglesia Católica, (2) aquellos que continuaron con sus propias prácticas, y (3) aquellos que decidieron convertirse al Budismo o al Sintoísmo. Se construyeron sencillas iglesias en las aldeas donde los habitantes se reconvirtieron al Catolicismo. Entre estas iglesias, la Iglesia de Egami en la isla de Naru (iglesia de Egami y sus alrededores) es un ejemplo representativo que demuestra claramente cómo se adoptaron las técnicas tradicionales para tratar con el medio ambiente en los lugares a los que emigraron los Cristianos Ocultos y que marcan visualmente el final del “ocultamiento”.
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